La economía es la continuación de la guerra por otros medios.
Mario Tronti
A partir de la década de los setenta, la forma de acumulación del capital y el sistema internacional de Estados Nación sufrieron una transformación por la crisis que atravesaron las economías capitalistas avanzadas. Entre la Segunda Guerra Mundial y la Crisis del Petróleo del ´73, se llevó a cabo la definitiva consolidación en todos los territorios del globo de un capitalismo que mantuvo un alto índice de producción de mercancías en conjunto con un nivel de ingresos salariales y pleno empleo que –por lo menos, en los países de primer mundo- no pudo ser igualado en las décadas posteriores. Tradicionalmente, se denominó a la forma estatal como Estado de Bienestar y la época en cuestión recibió el nombre Edad Dorada del Capitalismo (Hobsbawm, 1994).
En posteriores escritos indagaremos sobre este famoso Estado de Bienestar. Queremos, en cambio, presentarles la explicación que dio el historiador Robert Brenner sobre los motivos por los cuales el capitalismo dio una de sus transformaciones más dramáticas en su forma de acumulación a nivel global, abriendo con ello la época neoliberal. En esta primera parte del ensayo, vamos a restringirnos a su modelo teórico. En la segunda parte, abordaremos el proceso histórico concreto.
Del Boom al Estancamiento es el libro en el que Brenner brinda su más detallada explicación sobre la crisis de los setenta. Su objetivo fue mostrar la caída generalizada y el fracaso de la recuperación de la rentabilidad en el sector manufacturero y de las economías privadas en general en los -hasta entonces-, países capitalistas avanzados. La causa principal se debió a la disminución radical en las tasas de rentabilidad, que provocó una importante disminución en el crecimiento de la inversión y con ello en el crecimiento de la producción, especialmente en la manufactura. Para ello, restringe su texto a las economías estadounidense, alemana y japonesa.
La oferta y la demanda no explican por sí solas las crisis.
La explicación que postulan los economistas burgueses de la oferta y la demanda considera que el mercado es un mecanismo autosuficiente y autorregulador que sólo entra en crisis por causas exógenas. Por ejemplo, la mala interferencia política que impide que dicho mecanismo produzca el necesario ajuste económico. Esto se ve reflejado en la caída de la rentabilidad por las mayores presiones salariales de la fuerza de trabajo y la carga impositiva de la actividad económica que redirecciona las ganancias del sector privado hacia sectores considerados “no competitivos” como la asistencia social, salud, seguridad, educación, etc. Por lo tanto, a mediano plazo la acumulación de capital lleva a una crisis porque ésta sigue adelante sin la debida consideración por las condiciones materiales necesarias para su continuación: la oferta de fuerza laboral y materias primas no logran ponerse a la altura de la demanda que resulta de la inversión en marcha. El pleno empleo sólo es posible por la capacidad que tiene el mercado para sostener la creciente tasa de rentabilidad e interfiere con ésta cuando las pretensiones de la fuerza de trabajo superan a la “economía posible”.
Brenner se desliga no sólo de la teoría de la oferta y la demanda, sino que –a nuestro criterio, con más libertades de las que un pensador desde el punto de vista materialista debería hacer- de la contradicción entre el capital y el trabajo. La causa de la crisis de los setenta no radica en la explicación de la oferta y la demanda, ni tampoco en que las demandas obreras comprometieron la acumulación capitalista y, por ende, se dio inicio al ciclo de desplazamiento de industrias hacia regiones en donde el precio de la fuerza de trabajo les sea más rentable con la consecuencia de la derrota de las luchas obreras; más bien, la encuentra en las determinaciones formales de la competencia internacional entre bloques de capitalistas.
“El énfasis de los teóricos de la oferta en instituciones, políticas y poder los ha llevado a enmarcar demasiado sus análisis en una base de país por país, en términos de estados y economías nacionales; a considerar la economía internacional como una suerte de derrame de las economías nacionales y ver los problemas económicos sistémicos como surgiendo de una aglomeración de problemas locales. En contraste, yo tomaré la economía internacional –la acumulación de capital y la rentabilidad del sistema en su totalidad– como una atalaya teórica de la cual analizar sus crisis y las de sus componentes nacionales.” Robert Brenner
Guerra de precios y reducción de costos
El punto de arranque consiste en apartarse del enfoque de que los Estados y capitalistas, en respuesta para recuperar el crecimiento de sus tasas de rentabilidad, toman medidas que a mediano y largo plazo profundizan la caída y el estancamiento. Es decir, su análisis recupera la actividad enajenante del propio ciclo de metamorfosis del valor. La competencia entre capitalistas demanda que estén obligados a desarrollar las fuerzas productivas. Se reducen costos porque tiene en su poder un avance contra el trabajo: se incrementa la productividad, se intensifica el trabajo y se escupen más mercancías en menos tiempo. Cuando un capitalista adquiere una tecnología y máquinas que le permiten una mayor productividad –y hasta que el resto de sus competidores no equiparen sus fuerzas productivas- obtendrá una rentabilidad extraordinaria. Puede vender sus mercancías al mismo precio o disminuirlo, y así lograr consolidarse en el mercado frente a las mercancías del resto. Las inversiones -dice Brenner- dan utilidades sólo después de los hechos, una vez que se han probado a sí mismas en una guerra competitiva potencialmente destructora. En estas condiciones, el único camino para la supervivencia y la seguridad significa arriesgarse en la inversión de nuevos medios de producción técnicamente más avanzados y combinarlos con los salarios más bajos posibles. De esta forma se logra el menor costo y precio posibles, maximizando así la tasa de utilidades o la participación en el mercado. Además, la meta es mantener la ventaja resultante por el período más largo posible. Pero cuando una empresa asegura los costos más bajos de producción e introduce sus productos en el mercado a un precio correspondientemente reducido con el fin de aumentar su participación en éste, al hacerlo provoca un serio problema para las otras empresas que producen con técnicas más antiguas y mayores costos.
Ahora, como la empresa que desarrolló sus fuerzas productivas puede vender a menor precio y mantener su misma tasa de utilidades, obliga a las demás empresas que no han desarrollado las fuerzas productivas por cuestión de falta de capitales o porque todavía la producción de esas máquinas o tecnologías no han sido generalizadas en el mercado -a su vez, como mercancías- no les queda otra opción que competir bajando sus precios y reducir sus tasas de utilidades. El resultado es que la tasa de beneficio obtenida en ese sector ha disminuido.
En este punto recordemos que Brenner está analizando la producción de mercancías desde una perspectiva global. En la competencia por la venta de mercancías –y la realización del valor- el capitalismo tiene en su expansión territorial una forma inherente para contrarrestar la disminución de la tasa de beneficio. Además, durante la época del Boom (1946-1969), los altos salarios y el pleno empleo permitieron que se mantuvieran en crecimiento las tasas de utilidades. Pero con el desarrollo de las fuerzas productivas promovido por la competencia entre capitalistas, el desempleo fue creciendo y los aumentos salariales se fueron restringiendo y con ello la pérdida de capacidad de compra de mercancías de la fuerza de trabajo. Lo que entra en conflicto debido a que la competencia capitalista promueve la producción de más mercancías. No solamente las que se derivan de cada línea de producción, sino también, las materias primas que también son necesarias para abastecer a las empresas que van desarrollando sus fuerzas productivas. La consecuencia de ello es el aumento general del volumen de mercancías. No por nada, en la época de consumo de masas, las agencias de publicidad tuvieron un rol fundamental al hacer de su servicio una mercancía más.
Debemos tener en cuenta ciertas consideraciones que Brenner no pone en discusión pero que asumimos da por hecho. Ya sabemos los materialistas que los capitalistas –y el mundo burgués en general- no perciben el plusvalor, que es el gasto de fuerza de trabajo en la producción de nuevas mercancías. Lo que ven los capitalistas es al salario como un costo que se suma al de las materias primas. En el plusvalor, dice Marx, sale a la luz la relación entre el capital con el trabajo. En cambio, en el beneficio sale a la luz la relación del capital consigo mismo. Y es justamente esta diferencia la que le importa al capitalista: la que se origina entre el capital fijo –edificios, máquinas- y el capital circulante –fuerza de trabajo, materias primas-. El beneficio no debe ser confundido con el plusvalor, no es solo su otra expresión. Al mismo, va unida una representación totalmente diferente que mistifica las relaciones reales. Si el plusvalor es el excedente del nuevo valor creado por el trabajo vivo sobre el valor de la fuerza de trabajo –como dijimos, el gasto de trabajo vivo es la causa del plusvalor-, el beneficio es el excedente del valor de la mercancía sobre la parte del capital adelantado consumido en su producción. El capital aparece, entonces, como la causa del beneficio (Heinrich, 2021). En otras palabras, si el capitalista invirtió determinada cantidad de capital entre máquinas, salarios, materias primas y otros costos derivados como el traslado de las mercancías o tareas administrativas, espera que con la venta de las nuevas mercancías producidas tenga un retorno incrementado de capital.
Del Boom al Estancamiento no explica esta diferencia. Puede ser un problema porque si bien Brenner se cuida en no categorizar a la tasa de beneficio con plusvalor –de hecho, nunca lo menciona-, puede generarnos la siguiente pregunta: ¿no está la explicación del autor anclada en la forma mistificada en que la relación capitalista se le presenta a los propios capitalistas? ¿Será este un problema que deriva de correrse de la contradicción entre el capital y el trabajo? En la segunda parte de este ensayo veremos cómo Brenner aborda la situación de la clase obrera desde el período del BOOM a la crisis.
La vulnerabilidad del capital fijo
Volvamos a las empresas que están obligadas a competir reduciendo su tasa de rentabilidad. Como su capital fijo está ya pagado o requiere del pago de intereses, las empresas que quedaron atrás en la carrera de las fuerzas productivas no pueden, en primera instancia, optar por la opción de abandonar. Bajarán sus costos y achicarán su porción dentro del mercado. Podrán hacerlo hasta que la tasa de retorno del capital circulante sea imposible en términos económicos de realizar. Como dijimos anteriormente, el desarrollo de las fuerzas productivas tiene dos objetivos: el primero, contra el trabajo; el segundo, contra otros capitalistas competidores. Al grado en que nos encontramos hoy, no solamente se busca la ruina de los adversarios. También busca anular la incorporación de nuevos competidores al imponerle cada vez mayores sumas de capital para invertir en capital fijo.
Retomando a Brenner, antes mencionábamos el tema de la expansión territorial del capitalismo. Pues bien, los capitalistas a menudo consiguen mejores ganancias si pueden expandirse en nuevas regiones geográficas. Los productos establecidos en nuevos mercados tienen la chance de evitar la confrontación inmediata de las empresas dominantes en un mercado ya ganado. Puede conseguirse tiempo y espacio para mejorar la producción y competitividad. Otra oportunidad que les brinda este “escape” del capital hacia nuevos mercados es que los capitalistas pueden obtener grandes beneficios al incorporar sus fuerzas productivas en regiones donde, por el momento, la fuerza de trabajo, los alquileres y las propiedades sean baratos. Esto es gracias a que la evolución de la técnica hacia la estandarización –el emblema del fordismo- tiene la ventaja de poder incorporar a la fuerza de trabajo menos especializada. A veces, las industrias que se han desarrollado tardíamente y en otras regiones tienen la posibilidad de lograr cierta protección comercial, como así también forzar nuevas uniones entre el capital comercial, el industrial y el bancario, el desarrollo favorable para regulaciones entre la relación capital-trabajo y una importante intervención estatal. Es así como se genera la formación de bloques.
A la larga, los capitalistas que operan en estos nuevos bloques basándose en menores costos de producción tenderán a desarrollar las fuerzas productivas con el objetivo de expandir su producción de mercancías, hasta el punto de entrar en conflictos con los competidores del bloque antiguo. Si los competidores de los nuevos bloques pueden aumentar la producción manteniendo el crecimiento de las tasas de beneficio, buscarán que sus mercancías sean vendidas en los mercados que hasta ese momento estaban colmados. De este modo es como ocurre la unificación del mercado mundial: en la competencia entre bloques. Si los bloques antiguos pueden seguir compitiendo es porque todavía mantienen la ventaja tecnológica. Por ende, ante el avance de las mercancías de los bloques nuevos cuyos precios pueden ser más baratos porque así lo son sus costos –incluso si su capital fijo es más atrasado-, la respuesta de los bloques antiguos es la de reducir sus tasas de beneficio. ¿Qué vuelve a ocurrir con esto? Nuevamente, pero a una escala que involucra mayores extensiones espacio temporales, las tasas de beneficio de todo este sector manufacturero han disminuido. Tenemos en este punto tres elementos:
En este punto, el capital fijo se vuelve vulnerable. El desarrollo de las fuerzas productivas a gran escala demanda mayor inversión, la cual tiende a llevarse a cabo en oleadas y ser incluida en grandes bloques de desarrollo técnicamente interrelacionados. Esto ocurre porque cada inversión tiende a depender de otras para proveer la demanda a su proceso de producción. El capital fijo tiende a perpetuarse a sí mismo en el mismo nivel tecnológico como consecuencia de esta interrelación técnica que caracteriza la estructura productiva del bloque al que pertenece. Las plantas existentes tienden a encontrar difícil adoptar innovaciones específicas sin alterar significativamente o transformar completamente su diseño. A menudo no tiene sentido aceptar los costos para hacer la transformación o alteración porque lo que queda de la unidad productiva es perfectamente eficiente y el cambio sería muy costoso. Por lo tanto, las unidades de producción existentes encuentran irracional introducir avances técnicos que sólo a unidades recientemente construidas les parecería racional instalar. El resultado de esto es que las unidades existentes tienden a reemplazar la maquinaria gastadas por otras nuevas prácticamente idénticas y de esa forma conservar el capital fijo en su forma antigua, en vez de transformarlo de acuerdo al adelanto de la tecnología.
La llegada de los nuevos bloques a la competencia trae peligros porque cuentan con una ventaja: al ser bloques interrelacionados novedosos, las infraestructuras son más maleables y adaptativas para el desarrollo de sus fuerzas productivas. Compiten con menores costos, lo que les permite que el desarrollo en inversión e investigación –siempre y cuando estén dadas las posibilidades en las regiones recientemente ingresadas al mercado- en oleadas no tenga que enfrentarse con las infraestructuras viejas. ¿Cómo reaccionan los bloques antiguos? Ya vimos que una tendencia es reducir los márgenes de las tasas de beneficio. Perecen en la competencia los capitalistas que ya habían sido marginados y que habían relegado la mayor porción del mercado. Pero los capitalistas que mantienen la hegemonía productiva pueden apelar a los conocimientos adquiridos por la experiencia en el mercado: el know how, es decir el conocimiento de sus fuerzas productivas en conjunto con las relaciones con proveedores y consumidores. Por ende, pueden resistir y obligar a que el nuevo bloque tenga que reinvertir sus tasas de beneficio en más desarrollo de las fuerzas productivas. Una contraofensiva que puede darles tiempo para realizar cambios específicos sin tener que desmontar y rearmar en un costo excesivo la totalidad de las infraestructuras de su bloque. Otro elemento que no debe pasar desapercibido es la actividad del capital financiero. Para responder a los reveses ocurridos por la aparición de los competidores de los nuevos bloques, las empresas apelan al crédito para mejorar sus líneas productivas o esperar una mejora en el mercado. Simplemente pueden especular a mantener sus porciones de mercado por desgaste de los nuevos competidores. Esta incursión en deudas permite una mayor longevidad en sus ciclos de rotación de capitales con el peligro de que si no mejoran las condiciones, vayan a la quiebra. Todo esto agrava la situación porque se exacerba la sobreproducción de mercancías, aumentando la inestabilidad y la desorganización económica. El crédito, en este caso y en palabras de Brenner, tiende a complicar el proceso de constante adaptación y ruina de los capitalistas.
Brevemente se vive un aumento del poder de compra. Determinadas mercancías que tenían unos precios establecidos en el mercado, ante la llegada de la competencia de otros bloques se abaratan haciendo que aumente el mercado, es decir, los consumidores. Pero esto puede resultar algo momentáneo porque los bloques no compiten en un solo sector manufacturero. Por ende, para el conjunto de la economía lo que ocurre es una ralentización de las tasas de beneficio. Esto lleva a que ocurran presiones hacia abajo, lo que equivale a reducir los costos del capital circulante, especialmente los salarios de la fuerza de trabajo. La sobreproducción de mercancías y la sobrecapacidad de las infraestructuras acarrean crisis de productividad que, a largo plazo, son consecuencia de los problemas de las menguantes tasas de la rentabilidad.
Del Boom al Estancamiento
Tasa de rentabilidad neta del sector manufacturero en EEUU, Alemania y Japón entre 1950-1996. Fuente del libro de Robert Brenner. Del Boom al Estancamiento. Las economías capitalistas avanzadas entre 1950-1998 Vol.1
Durante la posguerra EEUU llevó a cabo su proyecto de expansión de las relaciones capitalistas por todo el globo sosteniendo su lugar hegemónico. El comercio mundial creció rápidamente, pero en todas partes comenzó de niveles muy bajos. Hasta comienzos de los 60 la economía de EEUU permaneció autárquica a un grado extraordinario; los productores domésticos se dedicaron principalmente al mercado nacional y en su mayor parte fueron capaces de defender dicho mercado contra sus rivales extranjeros mientras rápidamente suministraban una creciente inversión al resto del mundo. La situación provocada por la existencia de la URSS y la guerra fría, como así también las necesidades del capital de extenderse en espacio y tiempo, llevó a la recuperación y desarrollo industria en Alemania y Japón. Sus economías crecieron debido a las altas tasas de inversión y productividad, particularmente en el sector manufacturero, en especial a través del crecimiento extremadamente alto de las tasas de exportación (Brenner, 2021).
Para que esto pudiera ser así, EEUU tuvo que ceder parte de su exportación y parte también de su mercado doméstico. Alemania y Japón obtenían beneficios por su condición de “socios” secundarios que podían crecer gracias a su participación en el mercado doméstico estadounidense. Como consecuencia de la dramática reducción de las barreras comerciales a fines de los años 50, a partir de los 60 el crecimiento comercial se aceleró. Los productores manufactureros en EEUU repentinamente encontraron sus mercados, tanto nacionales como extranjeros bajo una presión mucho mayor por parte de las exportaciones a menor precio y costo de los nuevos bloques, en especial de Japón. Como consecuencia de esta presión hacia debajo de los precios, fueron incapaces de realizar sus inversiones existentes a las tasas de utilidades previamente establecidas y sufrieron tanto de la caída de la proporción producción/capital como de la reducción de la participación en los beneficios. Se dio una sobreproducción y sobrecapacidad en el sector manufacturero a escala internacional.
En 1973 ocurre el colapso del sistema Bretton Woods que unía el dólar al oro almacenado en la Reserva Federal. La causa de esto, sostiene Brenner, se debe a la intensificación de la competencia que hizo caer la rentabilidad en EEUU, paralelamente a los superávits de las cuentas corrientes de Alemania y Japón. El abandono del patrón oro fue la estrategia que permitió devaluar el dólar para llevarse a cabo una restructuración internacional de los costos en favor de los productores estadounidenses. Al hacerlo, el marco y el yen aumentaron significativamente y, como resultado, parte del descenso de la rentabilidad ya no recayó solamente en EEUU. La crisis se extendió, con esto, a Alemania y Japón.
Ayudados por la devaluación del dólar, el bloque de capitalistas estadounidenses en vez de abandonar sus líneas de producción, lanzaron una poderosa oleada de inversiones durante los 70 y redujeron radicalmente los salarios. Esta contraofensiva provocó que los bloques de Japón y Alemania tuvieran que aceptar tasas de beneficios reducidas. Intentaron, en lo posible, continuar produciendo como antes ayudados en ello por el constante suministro de fondos de instituciones financieras altamente acomodaticias. En vez de retirarse, los productores de estos bloques se mantuvieron haciendo lo que siempre habían hecho, pero reduciendo sus costos: intensificaron su guerra competitiva exacerbando su sobrecapacidad y exceso de producción con consecuencias destructivas.
A esto se sumó la participación de otros nuevos bloques del sudeste asiático en el mercado de manufacturas internacional. Estos productores se utilizaron instituciones de estilo japonés, combinando técnicas cada vez más avanzadas con bajos salarios. El fenómeno fue conocido como el desarrollo económico de los “Gansos Voladores”. El pívot que lo posibilitó fue la revolución logística de los containers que se desencadenó post Guerra de Corea. Para explicarlo muy brevemente, una vez que se desarrolló la industria pesada en Japón, las infraestructuras y máquinas de industrias ligeras se fueron instalando en países como Taiwán, Hong Kong -en ese entonces protectorado británico- y Corea del Sur. Cuando en Japón se vuelve a dar una restructuración en oleada que intensificó la producción tecnológica, las industrias pesadas fueron suplantando a las industrias ligeras de los anteriores países haciendo que, a su vez, las industrias ligeras se expandieran a Indonesia y Singapur. Finalmente, este tipo de despliegue del capitalismo acabaría arribando a principios de los 80 en las ciudades costeras de China (Colectivo Chuang, 2021).
El resultado de todo esto fue una reducción secular de la rentabilidad total que provocó un incremento de la inestabilidad. No devino en depresión porque el crecimiento masivo de la deuda, tanto pública como privada, impidió que se salieran de control las recesiones de los años 1974-75, 1979-82 y 1990-91. Pero el mismo proceso que permitió a la economía internacional evitar la depresión, prolongó la fase descendente porque impidió la reestructuración de las empresas con altos costos y bajas utilidades, especialmente en el sector manufacturero. Requisito necesario para llevar a cabo la recuperación de la rentabilidad total (Brenner, 2021).
Entre finales de la década del 80 y mediados de la década del 90 en EEUU la rentabilidad comenzó a subir. Se debió en parte a la feroz represión de los crecimientos salariales, la intensificación del trabajo y los efectos de la devaluación del dólar frente al marco y el yen. Pero también porque el sector manufacturero logró una cierta racionalización y revitalización mediante la eliminación del capital no competitivo. Brenner indica que, aun así, el problema del estancamiento no tuvo una eficaz resolución debido a que las economías avanzadas sufrían una restricción cada vez mayor del crecimiento de la demanda interna. Es decir, para el autor el subconsumo termina jugando un papel importante a la hora de la reactivación del crecimiento de las tasas de la rentabilidad. El crecimiento salarial seguía reduciéndose y las restrictivas políticas macroeconómicas se hacían cada vez más rigurosas haciendo que la capacidad de protección del mercado doméstico se volviera más difícil de aplicar. Casi todas las economías principales se orientaron hacia el crecimiento por exportación de sus industrias manufactureras debido a dicha ralentización doméstica. Tuvo como resultado que la sobrecapacidad y la sobreproducción fueses perpetuados y exacerbados a escala global.
Bibliografía
R. Brenner. Del Boom al Estancamiento. Las Economías Capitalistas Avanzadas entre 1950-1998. Materialismo Histórico Ediciones. Morón, 2021
E. J. Hobsbawm. Historia del Siglo XX. Editorial Crítica. Buenos Aires, 1994
M. Heinrich. Crítica de la Economía Política. Una Introducción al Capital de Marx. Materialismo Histórico Ediciones. Morón, 2021.
Colectivo Chuang. Polvo Rojo. La Transición al Capitalismo en China (1969-2000). Materialismo Histórico Ediciones. Morón, 2021.